La Junta Electoral Central tiene esta tarde el reto de apostar por la democracia o de hacerlo por el sistema electoral que presuntamente la encarna. No cabe duda de que, tanto las manifestaciones del 15–M como las multitudinarias concentraciones espontáneas que las han sucedido en las principales ciudades españolas, han reflejado un estado de malestar general frente a la clase política, a la clase sindical y a todas las instancias encargadas de la representación social. Por ello, es difícil de entender que ayer tres Juntas Electorales Provinciales (Madrid, Sevilla y Granada) cuestionasen la legitimidad de estas muestras pacíficas de soberanía popular que, por fin, están reaccionando…