Decía el pensador irlandés Edmund Burke (1729–1797), que “lo único que se necesita para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada”. Hubo una vez un hombre bueno nacido en Transkei que decidió hacer algo contra las leyes, tan legales como injustas, que imponían la segregación racial en Sudáfrica. Ese paso adelante contra la injusticia en su más pura esencia, es decir, en la discriminación de los seres humanos a partir de su condición biológica, llevó a Nelson Mandela “Madiba” a una pena de cadena perpetua que, lejos de aniquilarle como persona, sirvió para fortalecer sus principios éticos y para alimentar extramuros su leyenda de luchador por la libertad, la democracia y los Derechos Humanos. A otros luchadores como Steve Biko, Marcus Motaung, Jerry Mosololi, Simon Mogoerane o los 572 manifestantes negros asesinados por la policía sudafricana en la Matanza de Soweto (16 de junio de 1976), les fue negada…