La catarsis de un traidor llamado Tsipras
21. agosto 2015 | Por RedacciónCuando los griegos votaron el 25 de enero, lo hicieron mayoritariamente a favor de acabar con la dictadura económica que la Troika había impuesto sobre su país. Cansados de las traiciones electorales protagonizadas por socialistas y conservadores, lo que buscaba el pueblo griego era una ruptura con la política anterior, a través de un gobierno que de verdad respondiera al mandato recibido de las urnas. Cinco meses después, y en pleno proceso de negociación con la Troika, los griegos ratificaban en referéndum estos dos mandatos, a pesar del chantaje impuesto por el Banco Central Europeo en forma de corralito. Si Alexis Tsipras fuera un demócrata, habría escuchado la voz de su pueblo en ambas ocasiones. Si Alexis Tsipras fuera inteligente, sabría que el programa electoral con el que ganó las elecciones en enero sólo podía realizarse al margen del euro, y después de haber recuperado la soberanía económica del país. Si Alexis Tsipras fuera honesto, no habría traicionado el mandato que el pueblo griego le encomendó el 25 de enero y el 5 de julio. Pero Alexis Tsipras no es demócrata, inteligente ni honesto. Un día después…